PARA QUÉ…
Cuando comenzábamos esta aventura de enseñar a los niños a programar, Juan, el director del colegio Montpellier de Madrid, nos invitó a ir a ver una representación musical que daba el grupo de teatro de los ex-alumnos del cole. La verdad es que nos llevamos una gran sorpresa porque no era lo que esperábamos.
Este es el correo que enviamos a Juan esa misma noche.
Buenas noches Juan Luis:
Uno de mis libros favoritos es El juego de Ender. Trata de un niño que tiene que llegar a convertirse en el mejor general de todos los tiempos para salvar a la tierra. Ese niño tiene el potencial, pero para que lo desarrolle desde pequeño se lo llevan a una escuela de batalla en la que podrá desarrollar su talento. Por supuesto, lo consigue.
Esta historia es ficción. Sin embargo, hoy en la obra de teatro que han hecho vuestros exalumnos he vislumbrado lo que debería ser la educación. Esta tarde en el salón de actos de un cole he visto a un grupo de jovenzuelos capaces todos ellos de participar en un musical de alto presupuesto de la Gran Vía. Por todo. Por la interpretación, por la forma de cantar —¡durante un rato pensaba que hacían playback, como podía pensar que cantaban ellos!—, por los bailes, por la puesta en escena, por los decorados, utillaje, luces y trajes. Todo. Tengo que reconocer que ha sido emocionante, muy emocionante.
Estaba perplejo, no entendía cómo podía ver semejante derroche de talento en un colegio. No es que fuera una selección de los mejores chicos de Madrid con el apoyo de un presupuesto especial de las instituciones y el asesoramiento de profesionales. Son una pandilla de aficionados que han salido todos de un mismo colegio y que hacen un montaje al año con su propio dinero e inventiva. Ellos solitos.
La explicación al misterio me la ha dado mi cuñada que, como te comenté en su día, es una de las madres de vuestro cole. Y el secreto es que trabajáis con ellos desde pequeños en las artes escénicas. Con pasión. Sois su Escuela de batalla. La lección que he aprendido es que el talento abunda mucho más de lo que pensamos, los niños son capaces de mucho más de lo que pensamos y lo único que necesitan es que alguien les rete, desde pequeños, como habéis hecho vosotros. Tengo el convencimiento de que, igual que de un sencillo colegio puede salir este talento abrumador para una obra de teatro, lo mismo podrían salir, por ejemplo, emprendedores, científicos o ingenieros de renombre internacional. No de España ni de Madrid. De un solo colegio. O mejor, de cada uno de los colegios. El talento, como habéis demostrado, abunda. Sólo hace falta darle una Escuela de batalla.
La asistencia a vuestra obra ha sido una inspiración para nuestro proyecto empresarial. Por supuesto, es indispensable que, como toda empresa, sea económicamente viable y que entre más que sale y estar pendiente de la satisfacción del cliente y de equilibrar los gastos fijos y variables y de diseñar un buen sistema de ventas y marketing y bla, bla, bla… Todo eso es imprescindible, pero lo que le da sentido a lo que estamos haciendo con vuestros niños en el aula de informática es pensar que también nosotros podemos llegar a ser su Escuela de batalla. Si hacemos nuestro trabajo como es debido podemos suponer una diferencia en la vida de alguno de ellos y, tal vez, ayudar a que descubran y desarrollen su talento.
Te agradezco que me hayas invitado a ver la obra. Además de pasar un buen rato ha ayudado a dar más sentido a lo que hacemos.