Ya sabéis que en Con más Futuro construimos un proyecto alrededor de la programación basada en los videojuegos, pero más allá de esto y entre otras muchas virtudes, la programación en la infancia como herramienta para colaborar y cooperar. A lo largo de este post vas a conocer los motivos por los que una actividad como ésta, en la que aparentemente se trabaja en solitario, puede convertirse en una excelente dinámica para adquirir hábitos relacionados con el trabajo en equipo, la colaboración y la cooperación.
Entender que la programación en la infancia como herramienta para colaborar y cooperar no se aleja de la visión pragmática y útil que conlleva detrás. El conocer una disciplina que quien domina le otorga, en principio, una mejor perspectiva profesional por el hecho de conocer un ámbito en constante crecimiento y con déficit de titulados en ella.
Hay que tomar conciencia de la situación actual del mercado económico y laboral y las competencias que se demandan a los profesionales de hoy y de mañana ante tanta incertidumbre y desestructuración, entre ellas, la colaboración, cooperación y trabajo en equipo. Para darse cuenta que más que nunca el trabajar sin contar con los demás y poder llegar a acuerdos con terceros te hace estar en desventaja frente a los competidores que llegan a alianzas o acuerdos puntuales con terceros.
Antes de pasar a los puntos que apoyan nuestra perspectiva haremos una breve revisión de los términos colaboración y cooperación para conocer en qué consiste cada uno de ellos y así poderlos relacionarlos mejor con la actividad de la programación para niños:
Cuando hablamos de colaboración, nos encontramos ante un fenómeno en el que las personas que están implicadas en el proceso colaborativo procuran alcanzar un mismo objetivo pero la estructuración de los trabajos se organizan durante el propio desarrollo de los mismos, esa organización se da de manera transversal, son los participantes los que a lo largo de la cadena de acontecimientos, que conlleva el desarrollo de un proyecto, toman acuerdos y se asumen roles en función de la demanda concreta en un momento determinado. No encontramos en estos escenarios una estructura predefinida y clara, que señale quién debe resolver los imprevistos pero si hay una voluntad para compartir, dialogar, aportar y actuar, por parte la gran mayoría de miembros que se encuentran embarcados en la dinámica.
Al referirnos a cooperación nos encontramos ante una realidad distinta. En este caso los contactos pueden deberse no haya por alcanzar un proyecto final común, sino que de manera puntual se resuelve un incidente o reto y alcanzado éste los participantes disuelven su relación y continúan trabajando por separado. Pero más allá de este hecho puntual, el rasgo diferenciador más claro, es el grado de estructuración del proceso conjunto de trabajo y los roles y estatus que adquiere cada uno de los actores en la tarea. En el caso de la cooperación la organización es más jerárquica, hay estatus entre los miembros que señalan su posición y ésta les hace asumir unos roles.
En ambos caso se observa claramente que las personas que se encuentren en una u otra situación deben tener unas habilidades y competencias suficientes para poder desenvolverse con soltura en ellas y asumir las dinámicas y roles que le toque asumir para evitar el conflicto y así desarrollar su trabajo de manera eficiente y productiva.
Ante estas dos realidades cómo nos puede ayudar la programación en la infancia como herramienta para colaborar y cooperar. La respuesta no es complicada. Pensemos por un momento en uno de nuestros procesos de desarrollo de un videojuego. La creación de éste lleva aparejadas distintas fases. Inicialmente, hay pensar en gran cantidad de aspectos alrededor de la apariencia, la trama, las mecánicas, etc.
Esto se podría hacer de manera individual pero sabemos que entre las personas hay distintas sensibilidades y dominios, así que se aporta de manera conjunta para resolver las áreas más técnicas y las más estéticas. Superada esta fase, se inicia el desarrollo de código donde se trabaja, en parte individual, pero si tenemos en cuenta lo anterior vemos que trabajar por separado es complicado si queremos que el producto final tenga calidad. No todos somos igual de buenos en los aspectos estéticos y mecánicos y eso conlleva a recurrir a los que tienen más dominio para que no echen una mano.
Y por último, las fases de prueba, depuración y presentación, donde es evidente que cuanto más ojos mejor ya que más afinaremos nuestro producto y más fácil nos será percatarnos de errores y corregirlos.
La familia de la programación lleva años siendo consciente de esta realidad y, además, cuentan con la particularidad de que no se dan en otros mercados productivos como es la producción de código libre donde día a día se libera cantidades ingentes de código que puede se reutilizado por cualquiera. Ante esto, su forma de afrontarlo ha sido desarrollar dinámicas y herramientas para facilitar la colaboración y cooperación.
Principalmente la documentación y comentario de código, hábito imprescindible para alcanzar un lenguaje común entre los desarrolladores de código, la planificación y diseño de proyectos, el código no se pica directamente tras alcanzar una idea sino que hay que esquematizarla, estructurarla y jerarquizarla para que se pueda llevar a cabo con coherencia y se pueda ir construyendo paso a paso en distintas jornadas de trabajo, etc.
En Con más Futuro favorecemos que la programación en la infancia como herramienta para colaborar y cooperar, facilitando actividades donde los usuarios y usuarias tengan que alcanzar metas comunes y para ello tengan que poner en juego dinámicas de cooperación y colaboración en las que nosotros aportamos el cómo y qué hacer para que aprendan a obtener mejores resultados.