Sabemos que hoy día, los videojuegos son el ocio que domina entre pequeños y no tan pequeños pero, ¿sabemos qué tipo de producto estamos consumiendo? ¿hay algún tipo de código que nos informe de ello? El código PEGI es una herramienta que nos sirve para conocer, con cierto detalle, qué contenido está en las manos de los más pequeños de la casa y, en este artículo vamos a conocer algo más en profundidad e intentar aclarar alguna duda.
La industria de los videojuegos en España, no es que esté emergiendo y tomando cierta relevancia sino que desde hace ya tiempo lidera el ranking de las industrias de ocio, superando a música y cine. Así que, si un adulto presta atención a qué tipos de películas o letras sigue un menor, debería poner mayor interés en las temáticas de los videojuegos a los que dedica de manera habitual entre 5 y 6 horas a la semana. Bien es cierto, que no todos los menores de edad tienen estos hábitos pero si te preguntara qué porcentaje crees que lo hace ¿cuál sería tu respuesta? Si continúas leyendo, al final te daré el dato para que valores si merece la pena conocer a qué están jugando.
Si hablamos de los videojuegos y sus géneros, el recorrido puede ser casi infinito: videojuegos arcade, deportivos, plataformas, simuladores, laberintos, acción, de estrategia, etc. Por estas palabras, ninguno, a primera vista, parece peligroso o que acarree algún riesgo, pero la cosa no queda ahí. Dentro de ellos hay subgéneros como los de: disparos o disparo en primera persona, los de lucha, los de modo “Dios” (donde desarrollas civilizaciones, ciudades, negocios), los de rol y otros. Esta última lista que he citado, puede causar algo más de inquietud. Estos contextos ya no son tan agradables para el público. Familias que quieren evitar la exposición a ámbitos que no consideran adecuados para sus menores. Hay que decir que dentro de ellos no predomina el “mal” y el “apocalipsis”, tampoco nos escandalicemos ni lo veamos todo perjudicial, solo seamos conscientes de la realidad y la complejidad que la define.
Estos juegos agudizan la atención, favorecen el pensamiento estratégico y los cálculos matemáticos. En más de un caso, se adquieren los hábitos y rutinas para el trabajo cooperativo y el aumento de la responsabilidad y compromiso. Jugar no es sencillo, jugar supone retos y mecánicas útiles para muchas otras áreas de nuestra vida.
Ante todo lo anterior, podemos decir, ¿si es el código PEGI la respuesta para conocer el género en el que se encuentra un videojuego? Sinceramente, no. Pero esto no es lo que nos interesa a nosotros, lo que realmente buscamos saber es: sea el tipo de juego que sea ¿qué contenidos no deseados contiene? Y para esto sí es muy útil.
El código PEGI cuenta con dos tipos de etiquetas que son aplicables para cualquier género de videojuego, ya que valoran las temáticas e idoneidad o no para cierto rango de edades. Las primeras y más informativas cuentan con un número que simboliza la edad mínima con la que debería contar el jugador para no sentirse incómodo ante lo que se va exponer. Para valorar la edad recomendada desde la que jugar se tienen en cuenta criterios de vocabulario soez, tratamiento de la violencia, sexo, etc. Además, junto al número que señala la edad este se encuentra inscrito en un rectángulo de color que funciona a modo de semáforo de advertencia, siendo en PEGI 3 y 7 de color verde, naranja en PEGI 12 y 16 y rojo en PEGI 18.
Junto a la etiqueta de la clasificación por edades, aparece otra etiqueta u otras etiquetas, conocidas como descriptores que marcan las razones por las que el videojuego ha obtenido la clasificación para esa edad. Entre los que se encuentra: la violencia, lenguaje soez, miedo, sexo, drogas, discriminación, el fomento de los juegos de azar o apuestas y el juego en red.
Con todo ello, si atendemos a los dos tipos de etiquetas, tendremos una buena orientación para tomar una decisión sobre si es oportuno o no facilitar el acceso a cierto juego a un menor. En todo caso, el código PEGI es una recomendación y no hay obligación de cumplir su consejo. Que supusiera una restricción tampoco tendría sentido ya que las fórmulas de comercialización y acceso a videojuegos son múltiples y en menos de la mitad de ocasiones es el adulto quien compra o da acceso a un menor a un juego. Si damos como ciertas las estadísticas que señalan que sólo la mitad de los menores son supervisados a la hora de jugar con videojuegos este código tampoco es útil al no jugar los adultos un rol activo.
Para finalizar , es necesario hacer una aclaración: no se deben confundir las etiquetas de edad recomendadas con un indicio de la dificultad con la que cuenta el juego y que a partir de esa edad se puede jugar porque ya se ha adquirido el dominio necesario. Las edades sólo señalan la suposición de que, a partir de ellas, no se va a herir la sensibilidad del menor con los contenidos del título que vaya a jugar.
Por cierto, el dato que estabas esperando: 6 de cada 10 menores españoles juega con frecuencia a videojuegos, es decir, unas 6 horas a la semana.
Teniendo en cuenta esto último, te aconsejamos desde Conmasfuturo.com que dediques algo de tiempo a conocer este código y a jugar a los videojuegos que te solicitan los menores de tu entorno, la mejor forma de poder valorarlos es echar una partida a una demo. Para eso están.